lunes, 28 de enero de 2013

Historias flasheras: Steam Powered Romance: Cap III


Siento como si
Estuviera en lo alto del universo
En una estrella fugaz
La vida es tan maravillosa
Y todo es por lejos
Tan espectacular.

            Diesel abrió los ojos y dejó que su iris mecánico se adaptara al resplandor del sol. La blanda hierba sobre la que estaba sentada crujió cuando se inclinó hacia atrás para mirar el cielo. No había ni una sola nube, y apenas se veían los trazos de dos o tres aviones surcando el cielo, con sus finos hilos de humo.
            Estaba sentada al sol, cerca del árbol bajo cuya sombra The Spine descansaba, punteando distraídamente en su guitarra. Rabbit caminaba entre las tumbas del cementerio Walter alimentando a los pájaros que daban saltitos junto a las piedras, mientras The Jon se hallaba de rodillas en el suelo, mirando arrastrarse una oruga. Diesel ya  llevaba un mes en la Mansión Walter, pero aún recordaba su primer día ahí.
            Asustada por haber despertado en un lugar desconocido y sin recuerdos de cómo había terminado allí, había tratado de huir de los autómatas y finalmente, había recordado todo repentinamente. Entonces, cuando cayó al suelo por el shock, The Spine la había ayudado a recuperarse y la había acompañado hasta la casa, donde la había presentado a los otros, y había sido recibida con una calidez sorprendente: en los días que llevaba viviendo en la Mansión, se había sentido más en casa que nunca antes. Los tres robots la habían incorporado a su vida, y Diesel nunca se había encontrado más a gusto. Lo único que la molestaba a veces era el recuerdo de Mary y el resto de su familia, pero gracias a sus nuevos amigos, casi no pensaba en eso.
            Diesel levantó la vista del pasto cuando Rabbit se paró frente a ella. Sonreía, y cuando ella lo miró, el le tendió la mano para ayudarla a levantarse.
            - Diesel, ¿te-te gustaría acompañarme a un paseo por el cementerio familiar?- preguntó afablemente. – Me gustaría charlar contigo un rato.
            -¡Claro, Rabbit!- exclamó, entusiasmada. Rabbit era un excelente interlocutor, hablaba musicalmente y escuchaba con atención, además que siempre sabía como sacar sonrisas a quien estuviera cerca.
            Caminaron bastante, y la conversación tomó rumbos triviales al comienzo, pero cuando se hubieron alejado bastante de los otros, Rabbit se dirigió a Diesel con más seriedad.
            - ¿Te importaría si te preguntara algo?- unos chorritos de vapor escaparon por sus mejillas, como solía ocurrirle cuando estaba nervioso.-  No se si debería, ya que sé que este es un tema muy personal, y tal vez sea do-doloroso para ti hablar de esto, pero me resulta sumamente llamativo, y me da mucha curiosidad… Aunque no debería dejarme guiar por mi curiosidad, no-no quisiera ser descortés…  Además si no lo mencionaste hasta ahora, supongo que será por una buena razón. Sin embargo…- Viendo que Rabbit se enredaba con las palabras, tratando de decidir si plantear su pregunta o no, Diesel decidió hacérselo mas fácil.
            -Claro que puedes, Rabbit. Por favor, expresa tu pregunta.- contestó amablemente.
            - Tú… este… ¿Quién eras tú antes de llegar aquí?- Diesel estaba segura de que, de haber podido, se habría sonrojado al hacer esa pregunta, pero, sin embargo, no sintió la menor lástima por él. De verdad, no debería haber preguntado eso.
            -¿Quién era yo…? ¿Eso es lo que quieres saber?- La voz le temblaba, aunque trataba de no perder la compostura. Tranquilizó sus circuitos, que habían sufrido una repentina descarga al salir el tema, y contestó. –Si te interesa, yo era Diesel, versión 2.5, número de serie 0111010001, robot de uso doméstico, y perteneciente a la familia Jones-Stockholm. Fui sacada de circulación, y escapé del centro de desactivación. Ustedes me encontraron. Ahí lo tienes, eso es quien soy. ¿Responde eso a tu pregunta?- Sin dar tiempo a que Rabbit contestara, Diesel se dio vuelta, y empezó a caminar hacia la casa. Se sentía herida, y aunque sabía que el autómata no había tenido mala intención, no deseaba seguir hablando. –Perdona, pero me gustaría volver adentro.
            Diesel se alejó caminando rápidamente en dirección a la no-puerta trasera de la casa, sin mirar a nadie, y una vez adentro, se quedó quieta unos segundos, a la espera de que sus ojos se adaptaran a la penumbra. ¿Por qué Rabbit habría tenido que sacar ese tema en particular? Y exactamente ese día… Hacía exactamente un mes había ocurrido todo, y esa mañana, mas que ninguna de las anteriores, al salir de estasis y abrir los ojos, había tenido la impresión de que se encontraba de vuelta en la casa de sus antiguos dueños. Le había resultado muy difícil apartar los pensamientos de su mente, y justo cuando lo consiguió, había tenido que saltar el tema… Tratando de no pensar demasiado, emprendió el camino hacia la habitación que los autómatas habían arreglado para ella, en el sexto piso, y dedicó a mirar los cuadros y fotografías de las paredes mientras subía las escaleras. Un hombre de traje, con la cara en penumbra y un ancho sombrero… Una mujer rubia, que sonreía desde una ajada foto en sepia… Los tres robots, sonriendo, posando junto a lo que parecía ser la pata de un enorme animal mecánico…
            Diesel se detuvo frente a un cuadro al óleo que representaba una tostadora, y lo estaba examinando detenidamente, cuando escuchó un ruido tras ella, y una mano metálica le tocó el hombro.
            -Oye, tendrás que perdonar a Rabbit… Es un especialista en meter la pata.-The Spine estaba parado un escalón mas abajo, aunque sus ojos y los de Diesel estaban a la misma altura. Le sonreía amigablemente. –Si me lo permites, me gustaría mostrarte algo. –Y subió de dos en dos los escalones que faltaban para el cuarto piso. Luego se giró y le hizo a la robot una seña para que lo siguiera.
            -Eh… The Spine… Ya sé que no hice bien en reaccionar de esa forma ante Rabbit…-Se hallaban atravesando un largo pasillo cuyas paredes se hallaban llenas de marcos sin puerta. El autómata hizo un gesto despreocupado con la mano, y contestó:
            -Vamos, no te preocupes. Conozco a Rabbit, y te aseguro que a mí también me saca de quicio a veces. Ya llegamos. –The Spine hizo una seña a Diesel y entró a una habitación del lado izquierdo. Esta iba a explicarle el porqué de su reacción, pero al entrar al cuarto, se quedó muda de asombro. Nunca había estado ahí antes, pero podía apostar sin temor a equivocarse que los largos estantes que cubrían las paredes y llegaban hasta el elevado techo contendrían no menos de cien mil libros de toda clase.
            -Esta era una de las bibliotecas favoritas del inventor. Creo que no la conocías. ¿Cierto?-The Spine se rió al ver la expresión de la mujer mecánica, y se apoyó en un alto sillón de terciopelo rojo. –Me parece que la vas a pasar muy bien aquí. Adelante, sé que quieres.
            Diesel no se hizo de rogar, y corrió hasta el estante más cercano para tomar un libro. Ni siquiera leyó el título, solo lo abrió y comenzó a pasar las páginas, de pie junto al estante. Por lo menos no se aburriría más durante las noches. Escuchó como The Spine caminaba hasta la puerta y se giró a mirarlo.
            -Creo que voy a estar un rato en la Sala de los Cables. ¿Sabes como llegar? –El autómata se apoyó en el marco de la puerta y le sonrió a Diesel, que asintió con la cabeza. –Bueno, si quieres charlar un rato, ya sabes donde estoy. Te veo luego.
            Diesel lo despidió con una sonrisa, y aunque no alcanzó a ver bien, hubiera jurado que antes de irse, le había guiñado el ojo.

domingo, 13 de enero de 2013

Historias flasheras: Steam Powered Romance: Bonus.

      ...Nunca... Nunca había llorado.
       ...¿Por qué un robot es capaz de llorar?... Los humanos siempre creyeron que no tenemos emociones, que solo imitamos reacciones ante ciertos estímulos. Y yo lo creía también.

Pero cuando me separaron de la familia que había cuidado toda mi vida, algo se rompió dentro de mí. ¿Por qué deberle obediencia a criaturas tan crueles y estúpidas como los humanos? Criaturas que no dudan en eliminar una vida si esto les resulta provechoso de forma alguna.

Creo que, dentro de todo, está bien que esto haya ocurrido. Si no hubiera luchado, si no hubiera tratado de escapar, incluso si no hubiera atacado a ese hombre… Quien sabe. Tal vez estaría desactivada, o desmantelada. Tal vez me habrían convertido en mano de obra barata para una fábrica de mala muerte. Tal vez sería uno de tantos robots sin hogar, que tras haber perdido a sus amos, vaga sin rumbo como un perro callejero.

Y yo no soy un perro callejero. Soy Diesel, soy un robot, soy una mujer mecánica. 

Soy yo.

martes, 25 de diciembre de 2012

Historias Flasheras: Steam Powered Romance: Cap II


Cargando… 3… 2… 1… Encendido exitoso.

Cuando Diesel abrió los ojos, el mundo a su alrededor empezó a dar vueltas. Estaba muy desorientada, más de lo que había estado en toda su existencia.

Donde… ¿Donde estoy? ¿Qué es este lugar?

Una mano se acercó a ella, unas voces sonaban confusas cerca de su cabeza. El resplandor de unos ojos LED azules brilló a su izquierda.

Que… ¡¿Que pasó?! ¡¿Qué es todo esto?!

Al notar el roce de una mano helada sobre su frente, Diesel se revolvió sobre su espalda hasta caer de pie junto a la mesa en la que estaba, y, a trompicones, empezó a retroceder.
            -Que… ¿Quiénes son ustedes? ¿Po-por que estoy aquí…? ¡¿Que m-me hicieron?!- las palabras salían a borbotones de su boca, en parte por el miedo y en parte porque su caja de voz no le respondía correctamente. -¡¿Co-como llegué aquí?!- chilló, apoyando la espalda en la pared para detener el temblor de sus piernas, mientras tres borrosas figuras se acercaban a ella. Se preguntó si podría luchar contra ellas, pero además de estar mareada, las figuras eran tres, y la que se encontraba al centro era casi una cabeza mas alta que ella y el doble de corpulenta.
            -Por favor, tranquilízate, no queremos lastimarte- la figura de la derecha adoptó una postura de rendición, mientras daba un paso hacia ella. Diesel pudo ver que se trataba de un oxidado autómata de latón, con un rostro que transmitía hospitalidad. –Te encontramos en la basura y te reparamos, no-no sabemos de donde provienes-.
            -Te lo dije, Rabbit, está como una cabra. A veces deberías hacerme caso, para variar- la figura mas alta del conjunto se cruzó de brazos, y al mirarlo directamente,  Diesel pudo ver una cara brillante y plateada que dirigía una mirada de desaprobación al robot que había hablado primero.
            -¡No seas descortés, The-the Spine! ¡No es de buena educación acusar de locura a otros!- El tal Rabbit había recuperado la palabra. Diesel aprovechó la discusión entre las dos máquinas para mirar a su alrededor en busca de una vía de escape, pero la única puerta de la habitación se encontraba bloqueada por la tercera figura, un autómata dorado vestido con una moda que ya no se estilaba, y que parecía estar ahí más para poder huir que para impedir el paso de alguien. “Demonios…” pensó. “En otras circunstancias podría empujar a ese debilucho de ahí, desde aquí veo que le tiemblan las piernas, pero no puedo arriesgarme, con mis sensores tan alterados, a perder el equilibrio. Además, ese tipo plateado me pone los circuitos de punta, juraría que he visto máquinas como él en el museo de armas de guerra…”
            Como si hubiera escuchado sus pensamientos, el robot giró la cabeza para mirar a Diesel, pero lo hizo  tan súbitamente que esta entró en pánico, dio un grito y echó a correr. El autómata en la puerta se apartó de su camino precipitadamente, pero aquel “Rabbit” se movió más rápido que la desorientada Diesel y sus dedos se cerraron como tenazas sobre su brazo, obligándola a mirarlo. Su rostro no parecía tan hospitalario ahora.
            -¡Déjame!- Diesel emitió un chillido tan estridente que hasta a ella misma le sobrecargó los oídos. Los dedos de Rabbit flaquearon por una milésima de segundo, justo lo suficiente para que la mujer robótica se diera vuelta y saliera corriendo.
            Por unos segundos creyó que lo había logrado. Y entonces llegó afuera.
            Sus ojos se vieron de pronto inundados de luz y colores, y, tambaleándose, tuvo que detener su loca carrera.
            La ciudad era mucho más grande de lo que jamás hubiera imaginado. Y también estaba mucho más sucia de lo que esperaba. Al ver los escombros y chatarra que rodeaban la casa, empezó a marearse de nuevo, y al tratar de sentarse en el suelo, su mirada se cruzó con su propio rostro, reflejado en un trozo de espejo que sobresalía de un montón de vidrios rotos. Sus propios ojos le devolvieron una expresión de angustia de la que nunca se hubiera creído capaz, y de pronto, una súbita corriente eléctrica estimuló su cerebro positrónico, haciendo que sus archivos de memoria empezaran a funcionar de repente.

            -¡Por favor! ¡No está obsoleta, no es necesario llevársela!- La voz de Mary sonaba desesperada. – Por favor… No puedo permitirme un robot más moderno, no me dejen sin Diesel…
            -¡Apártese, señora! Por orden del consejo de la ciudad, debemos retirar de circulación todos los robots obsoletos para su posterior desactivación y almacenamiento.- el policía hablaba con toda la seguridad del mundo. - Es por su seguridad.
            Diesel deseaba luchar, deseaba evitar que la alejaran de Mary, pero las Tres Leyes se lo impedían. Sabía que sin ella, Mary no podría mantener en funcionamiento el precario negocio que la mantenía, pero la posibilidad de causar daño a los policías se le antojaba inconcebible.
            -M-Mary… Déjalos.- Jebediah se acercó a Mary y le rodeó los hombros con un brazo, en un intento por tranquilizarla, pero él también estaba temblando. Mary rompió a llorar.
            -Señora Mary…-Diesel supo que no podía hacer nada más, y decidió despedirse de su ama para evitarle más dolor. –No se preocupe por mí, estaré bien, y sé que usted también.
            Las manos de los policías eran fuertes, y no dejaron de sujetarla con fuerza hasta que la metieron en la parte de atrás del camión. Diesel se sentó a oscuras, entre un montón de robots parecidos a ella, por el resto del trayecto. A ojos de un humano, ninguno se movía o emitía sonido alguno, pero Diesel podía ver el dolor en todos ellos, oír sus sollozos silenciosos y ver en sus rostros amargas lágrimas de aceite.
            En la planta de desactivación fueron llevándose a sus acompañantes uno por uno, y cada vez que entraba un robot al oscuro taller, varios operarios cargaban hacia afuera el “cadáver” del anterior. Diesel se sentía mal. Finalmente llegó su turno, y al avanzar para entrar a la sala, su mirada se cruzó con los ojos vacíos del robot que había entrado antes que ella.
Diesel sintió de pronto que no podía dejar que la desactivaran. No quería morir. No podía dejar que los humanos se salieran con la suya, y siguieran creyendo que podían crear y eliminar vidas así, sin remordimiento ni castigo.
Todos gritaron cuando ella se dio vuelta y, con dos patadas certeras, apartó a los dos robo-guardias que la escoltaban. Echó a correr hacia la ventana más cercana, pero dos policías robóticos se pusieron frente a ella, y Diesel, incapaz de otra cosa, tomó como rehén al operario que iba a desactivarla. La Primera Ley parecía haber desaparecido. Más no sirvió de nada.
En un santiamén, los robots de último modelo se acercaron lo suficiente para apartarla del humano de un certero puñetazo, y, antes que ella pudiera reaccionar, uno de ellos la inmovilizó retorciendo su brazo derecho tras su espalda y tirando de su pierna izquierda, con tanta fuerza que sus articulaciones cedieron. Los receptores de dolor de Diesel se sobrecargaron y la dejaron sin sentido.

Diesel abrió los ojos lentamente. Le temblaba la mandíbula inferior. Había atacado a un humano. Había infringido la más importante de las Leyes de la robótica. Jamás podría volver a la ciudad.
Elevó la mirada al sentir una mano en su hombro, y sus ojos, bañados en lágrimas de aceite, se cruzaron con los del robot plateado del que había huido antes. Éste tendió la mano hacia ella y la ayudó a levantarse.
-Me llamo The Spine. - su sonrisa se veía más cálida ahora, mientras su mano estrechaba la de Diesel, ahora en un saludo.- Bienvenida a la Mansión Walter.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Historias Flasheras: Steam Powered Romance: Cap I



Los días solían sucederse tranquilamente en la Mansión Walter. La luz y la oscuridad avanzaban lentamente y sin problemas, y ninguna preocupación los agobiaba. El inventor y su familia se habían ido hacía mucho, pero The Spine, Rabbit y The Jon eran felices en esa casa. Pasaban sus días leyendo, escribiendo, interpretando las viejas canciones para las que habían sido programados. Aunque en ocasiones los recuerdos los abrumaban, la soledad era muy tolerable, y estando los tres juntos, era difícil aburrirse. The Jon siempre animaba su entorno, Rabbit se pasaba los días cantando y, pese a su estoicismo, The Spine disfrutaba haciendo chistes y haciendo reír a sus hermanos.
Pero una de las cosas que más los entretenía era la chatarra. Encontrar basura metálica en las cercanías de la casa no era difícil, y hay pocas cosas que alegren tanto un corazón mecánico como adivinar el pasado de un manojo de óxido o la utilidad de un engranaje carcomido.
Así fue que encontraron a Diesel.
Como muchas tardes después de una descarga –pues el sistema de limpieza de la gran y tumultuosa ciudad era bastante ineficiente- el terreno alrededor de la vieja casona se encontraba rodeado de piezas metálicas inútiles y montones de chucherías oxidadas. A Rabbit le encantaba construir esculturas con chatarra, así que al ver la gran caja de madera rebosante de resortes, cables y engranajes, su expresión fue casi extática.
-¡Oh! ¡Miren eso! ¡Es tan…! ¡Tanta chatarra!- casi no podía hablar a causa de la emoción.- ¡The Spine, por favor, ayúdame a cargarlo a casa…!-imploró.
The Jon corrió alegremente junto a sus hermanos mientras estos cargaban la caja (mas bien, mientras The Spine cargaba la caja) sin ningún esfuerzo, y, finalmente, cruzaron la no-puerta del caserón (el inventor Peter A. Walter no creía en las puertas). Al depositar la gran caja sobre la mesa de trabajo del mas cercano de los talleres, una sacudida de emoción recorrió a Rabbit, impaciente por empezar su inspección, así que tan pronto como su bruñido hermano se apartó, anuló con dos zancadas la distancia que lo separaba de su objetivo, y comenzó a hurgar.
-Vaya, que hermoso elemento… Me pregunto para que sirve. ¡Oh! ¡Esto sí que es fascinante!-
The Jon no tardó en unirse al juego, y, poco después, aunque a cierta distancia, The Spine lo hizo también. A cada cosa que encontraban  le descubrían de inmediato una utilidad, y su inspección se prolongó por varios minutos.
Entonces The Jon vio algo brillante y estiró la mano para tocarlo, y el objeto respondió con un leve pero claro movimiento. Gritó.
-¡Diablos! ¿Qué es eso?- The Spine también había notado el movimiento, y aunque no lo hubiera visto, The Jon estaba escondido detrás de él temblando como una hoja.
La caja de madera tembló y con un largo crujido, sus junturas reventaron y se abrieron cuando un cuerpo humanoide se extendió cuan largo era sobre la superficie de la mesa, lanzando chatarra en todas direcciones. Era una especie de robot cuya apariencia había sido trabajada para parecer una mujer. “Una mujer particularmente bonita”, pensaría The Spine mas adelante.
The Jon asomó por detrás de su hermano. -¿Está muerta?- preguntó preocupado.
-No se preocupen… Para algo somos engeneer-eteers. The Spine, ven aquí, ayúdame a cargarla...-Rabbit reaccionó mas rápidamente que los otros y tomó de inmediato las riendas de la situación. The Spine obedeció al instante y entre los dos trasladaron cuidadosamente a la extraña máquina a la otra mesa, mejor iluminada, que había en la habitación. The Jon se había recuperado de la impresión bastante rápido, y su curiosidad pudo más que el miedo.
-Me pregunto como terminó en esa caja… ¿Y si la dieron por irreparable y por eso la tiraron?- Su infantil voz se oyó por sobre el leve zumbido que salía del pecho de la robot que descansaba sobre la mesa.
-Nada es irreparable, Jon, o de otro modo ninguno de nosotros estaría aquí. Aunque sin el inventor será difícil…-Aunque habían tenido que aprender a arreglárselas sin el ingeniero que los había creado, le había llevado mucho tiempo, y no compartían las mismas habilidades. Rabbit tenía una cierta facilidad para repararse a si mismo y a sus hermanos, y The Spine podía identificar y solucionar problemas mas o menos simples, pero The Jon casi carecía por completo de estas aptitudes.
Rabbit tomó de inmediato un destornillador y se dispuso a analizar el maltrecho brazo de la autómata, pero The Spine lo detuvo.
-Rabbit... ¿Y si es peligrosa?- En su voz había duda y, curiosamente, nada de sarcasmo.
-¿The Spine, realmente crees que podría ser mas fuerte que tú? ¿Eres una maquina de guerra o no?- Al ser el mas antiguo de los tres, Rabbit conocía cada detalle de las vidas de sus hermanos, pero en ocasiones podía resultar algo mas mordaz de lo que esperaba, como ahora. Se arrepintió de inmediato, pero su orgullo le impidió disculparse. Dirigió el haz de luz de la potente lámpara hacia el brazo de la criatura y se inclinó sobre ella.

Historias flasheras I: Steam Powered Romance. Preludio.


Bzzzz… Bzzz… Comprobando funcionalidad del cerebro positrónico… Cerebro positrónico funcionando al 100%.

-¡Diablos! ¿Qué es eso?-

Gzzz… Bzzz… Comprobando estabilidad sensorial… Sensores responden correctamente. Bzzt… Click…

-¿Está muerta?-

Comprobando estado de dispositivos externos… Brazo derecho sin respuesta. Pierna izquierda dañada. Generador de voz al 2% de su capacidad…Gzzzt… Click.

-No se preocupen… Para algo somos engeneer-eteers. The Spine, ven aquí, ayúdame a cargarla...-
  
Inicializando sistema. Diesel v. 2.5 núm.  serie 0111010001. Cargando…

-Me pregunto como terminó en esa caja… ¿Y si la dieron por irreparable y por eso la tiraron?-

Cargando… 10… 9… 8… 7…

-Nada es irreparable, Jon, o de otro modo ninguno de nosotros estaría aquí. Aunque sin el inventor será difícil…-

6… 5… 4…

-Rabbit... ¿Y si es peligrosa?-

3… 2… 2… 2…

-¿The Spine, realmente crees que podría ser mas fuerte que tú? ¿Eres una maquina de guerra o no?-

Inicio fallido… Apagando.