Siento como si
Estuviera en lo
alto del universo
En una estrella
fugaz
La vida es tan
maravillosa
Y todo es por
lejos
Tan
espectacular.
Diesel abrió los ojos y dejó que su
iris mecánico se adaptara al resplandor del sol. La blanda hierba sobre la que
estaba sentada crujió cuando se inclinó hacia atrás para mirar el cielo. No
había ni una sola nube, y apenas se veían los trazos de dos o tres aviones
surcando el cielo, con sus finos hilos de humo.
Estaba sentada al sol, cerca del
árbol bajo cuya sombra The Spine descansaba, punteando distraídamente en su
guitarra. Rabbit caminaba entre las tumbas del cementerio Walter alimentando a
los pájaros que daban saltitos junto a las piedras, mientras The Jon se hallaba
de rodillas en el suelo, mirando arrastrarse una oruga. Diesel ya llevaba un mes en la Mansión Walter ,
pero aún recordaba su primer día ahí.
Asustada por haber despertado en un
lugar desconocido y sin recuerdos de cómo había terminado allí, había tratado
de huir de los autómatas y finalmente, había recordado todo repentinamente.
Entonces, cuando cayó al suelo por el shock, The Spine la había ayudado a
recuperarse y la había acompañado hasta la casa, donde la había presentado a
los otros, y había sido recibida con una calidez sorprendente: en los días que
llevaba viviendo en la Mansión ,
se había sentido más en casa que nunca antes. Los tres robots la habían
incorporado a su vida, y Diesel nunca se había encontrado más a gusto. Lo único
que la molestaba a veces era el recuerdo de Mary y el resto de su familia, pero
gracias a sus nuevos amigos, casi no pensaba en eso.
Diesel levantó la vista del pasto
cuando Rabbit se paró frente a ella. Sonreía, y cuando ella lo miró, el le
tendió la mano para ayudarla a levantarse.
- Diesel, ¿te-te gustaría
acompañarme a un paseo por el cementerio familiar?- preguntó afablemente. – Me
gustaría charlar contigo un rato.
-¡Claro, Rabbit!- exclamó,
entusiasmada. Rabbit era un excelente interlocutor, hablaba musicalmente y
escuchaba con atención, además que siempre sabía como sacar sonrisas a quien
estuviera cerca.
Caminaron bastante, y la
conversación tomó rumbos triviales al comienzo, pero cuando se hubieron alejado
bastante de los otros, Rabbit se dirigió a Diesel con más seriedad.
- ¿Te importaría si te preguntara
algo?- unos chorritos de vapor escaparon por sus mejillas, como solía ocurrirle
cuando estaba nervioso.- No se si
debería, ya que sé que este es un tema muy personal, y tal vez sea do-doloroso
para ti hablar de esto, pero me resulta sumamente llamativo, y me da mucha
curiosidad… Aunque no debería dejarme guiar por mi curiosidad, no-no quisiera
ser descortés… Además si no lo
mencionaste hasta ahora, supongo que será por una buena razón. Sin embargo…-
Viendo que Rabbit se enredaba con las palabras, tratando de decidir si plantear
su pregunta o no, Diesel decidió hacérselo mas fácil.
-Claro que puedes, Rabbit. Por
favor, expresa tu pregunta.- contestó amablemente.
- Tú… este… ¿Quién eras tú antes de
llegar aquí?- Diesel estaba segura de que, de haber podido, se habría sonrojado
al hacer esa pregunta, pero, sin embargo, no sintió la menor lástima por él. De
verdad, no debería haber preguntado eso.
-¿Quién era yo…? ¿Eso es lo que
quieres saber?- La voz le temblaba, aunque trataba de no perder la compostura.
Tranquilizó sus circuitos, que habían sufrido una repentina descarga al salir
el tema, y contestó. –Si te interesa, yo era Diesel, versión 2.5, número de
serie 0111010001, robot de uso
doméstico, y perteneciente a la familia Jones-Stockholm. Fui sacada de
circulación, y escapé del centro de desactivación. Ustedes me encontraron. Ahí
lo tienes, eso es quien soy. ¿Responde eso a tu pregunta?- Sin dar tiempo a que
Rabbit contestara, Diesel se dio vuelta, y empezó a caminar hacia la casa. Se
sentía herida, y aunque sabía que el autómata no había tenido mala intención,
no deseaba seguir hablando. –Perdona, pero me gustaría volver adentro.
Diesel se alejó caminando
rápidamente en dirección a la no-puerta trasera de la casa, sin mirar a nadie,
y una vez adentro, se quedó quieta unos segundos, a la espera de que sus ojos
se adaptaran a la penumbra. ¿Por qué Rabbit habría tenido que sacar ese tema en
particular? Y exactamente ese día… Hacía exactamente un mes había ocurrido
todo, y esa mañana, mas que ninguna de las anteriores, al salir de estasis y
abrir los ojos, había tenido la impresión de que se encontraba de vuelta en la
casa de sus antiguos dueños. Le había resultado muy difícil apartar los
pensamientos de su mente, y justo cuando lo consiguió, había tenido que saltar
el tema… Tratando de no pensar demasiado, emprendió el camino hacia la
habitación que los autómatas habían arreglado para ella, en el sexto piso, y
dedicó a mirar los cuadros y fotografías de las paredes mientras subía las
escaleras. Un hombre de traje, con la cara en penumbra y un ancho sombrero… Una
mujer rubia, que sonreía desde una ajada foto en sepia… Los tres robots,
sonriendo, posando junto a lo que parecía ser la pata de un enorme animal mecánico…
Diesel se detuvo frente a un cuadro
al óleo que representaba una tostadora, y lo estaba examinando detenidamente,
cuando escuchó un ruido tras ella, y una mano metálica le tocó el hombro.
-Oye, tendrás que perdonar a Rabbit…
Es un especialista en meter la pata.-The Spine estaba parado un escalón mas
abajo, aunque sus ojos y los de Diesel estaban a la misma altura. Le sonreía
amigablemente. –Si me lo permites, me gustaría mostrarte algo. –Y subió de dos
en dos los escalones que faltaban para el cuarto piso. Luego se giró y le hizo
a la robot una seña para que lo siguiera.
-Eh… The Spine… Ya sé que no hice
bien en reaccionar de esa forma ante Rabbit…-Se hallaban atravesando un largo
pasillo cuyas paredes se hallaban llenas de marcos sin puerta. El autómata hizo
un gesto despreocupado con la mano, y contestó:
-Vamos, no te preocupes. Conozco a
Rabbit, y te aseguro que a mí también me saca de quicio a veces. Ya llegamos. –The
Spine hizo una seña a Diesel y entró a una habitación del lado izquierdo. Esta
iba a explicarle el porqué de su reacción, pero al entrar al cuarto, se quedó
muda de asombro. Nunca había estado ahí antes, pero podía apostar sin temor a
equivocarse que los largos estantes que cubrían las paredes y llegaban hasta el
elevado techo contendrían no menos de cien mil libros de toda clase.
-Esta era una de las bibliotecas
favoritas del inventor. Creo que no la conocías. ¿Cierto?-The Spine se rió al
ver la expresión de la mujer mecánica, y se apoyó en un alto sillón de
terciopelo rojo. –Me parece que la vas a pasar muy bien aquí. Adelante, sé que
quieres.
Diesel no se hizo de rogar, y corrió
hasta el estante más cercano para tomar un libro. Ni siquiera leyó el título,
solo lo abrió y comenzó a pasar las páginas, de pie junto al estante. Por lo
menos no se aburriría más durante las noches. Escuchó como The Spine caminaba
hasta la puerta y se giró a mirarlo.
-Creo que voy a estar un rato en la Sala de los Cables. ¿Sabes
como llegar? –El autómata se apoyó en el marco de la puerta y le sonrió a
Diesel, que asintió con la cabeza. –Bueno, si quieres charlar un rato, ya sabes
donde estoy. Te veo luego.
Diesel lo despidió con una sonrisa,
y aunque no alcanzó a ver bien, hubiera jurado que antes de irse, le había guiñado
el ojo.
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