miércoles, 19 de diciembre de 2012

Historias Flasheras: Steam Powered Romance: Cap I



Los días solían sucederse tranquilamente en la Mansión Walter. La luz y la oscuridad avanzaban lentamente y sin problemas, y ninguna preocupación los agobiaba. El inventor y su familia se habían ido hacía mucho, pero The Spine, Rabbit y The Jon eran felices en esa casa. Pasaban sus días leyendo, escribiendo, interpretando las viejas canciones para las que habían sido programados. Aunque en ocasiones los recuerdos los abrumaban, la soledad era muy tolerable, y estando los tres juntos, era difícil aburrirse. The Jon siempre animaba su entorno, Rabbit se pasaba los días cantando y, pese a su estoicismo, The Spine disfrutaba haciendo chistes y haciendo reír a sus hermanos.
Pero una de las cosas que más los entretenía era la chatarra. Encontrar basura metálica en las cercanías de la casa no era difícil, y hay pocas cosas que alegren tanto un corazón mecánico como adivinar el pasado de un manojo de óxido o la utilidad de un engranaje carcomido.
Así fue que encontraron a Diesel.
Como muchas tardes después de una descarga –pues el sistema de limpieza de la gran y tumultuosa ciudad era bastante ineficiente- el terreno alrededor de la vieja casona se encontraba rodeado de piezas metálicas inútiles y montones de chucherías oxidadas. A Rabbit le encantaba construir esculturas con chatarra, así que al ver la gran caja de madera rebosante de resortes, cables y engranajes, su expresión fue casi extática.
-¡Oh! ¡Miren eso! ¡Es tan…! ¡Tanta chatarra!- casi no podía hablar a causa de la emoción.- ¡The Spine, por favor, ayúdame a cargarlo a casa…!-imploró.
The Jon corrió alegremente junto a sus hermanos mientras estos cargaban la caja (mas bien, mientras The Spine cargaba la caja) sin ningún esfuerzo, y, finalmente, cruzaron la no-puerta del caserón (el inventor Peter A. Walter no creía en las puertas). Al depositar la gran caja sobre la mesa de trabajo del mas cercano de los talleres, una sacudida de emoción recorrió a Rabbit, impaciente por empezar su inspección, así que tan pronto como su bruñido hermano se apartó, anuló con dos zancadas la distancia que lo separaba de su objetivo, y comenzó a hurgar.
-Vaya, que hermoso elemento… Me pregunto para que sirve. ¡Oh! ¡Esto sí que es fascinante!-
The Jon no tardó en unirse al juego, y, poco después, aunque a cierta distancia, The Spine lo hizo también. A cada cosa que encontraban  le descubrían de inmediato una utilidad, y su inspección se prolongó por varios minutos.
Entonces The Jon vio algo brillante y estiró la mano para tocarlo, y el objeto respondió con un leve pero claro movimiento. Gritó.
-¡Diablos! ¿Qué es eso?- The Spine también había notado el movimiento, y aunque no lo hubiera visto, The Jon estaba escondido detrás de él temblando como una hoja.
La caja de madera tembló y con un largo crujido, sus junturas reventaron y se abrieron cuando un cuerpo humanoide se extendió cuan largo era sobre la superficie de la mesa, lanzando chatarra en todas direcciones. Era una especie de robot cuya apariencia había sido trabajada para parecer una mujer. “Una mujer particularmente bonita”, pensaría The Spine mas adelante.
The Jon asomó por detrás de su hermano. -¿Está muerta?- preguntó preocupado.
-No se preocupen… Para algo somos engeneer-eteers. The Spine, ven aquí, ayúdame a cargarla...-Rabbit reaccionó mas rápidamente que los otros y tomó de inmediato las riendas de la situación. The Spine obedeció al instante y entre los dos trasladaron cuidadosamente a la extraña máquina a la otra mesa, mejor iluminada, que había en la habitación. The Jon se había recuperado de la impresión bastante rápido, y su curiosidad pudo más que el miedo.
-Me pregunto como terminó en esa caja… ¿Y si la dieron por irreparable y por eso la tiraron?- Su infantil voz se oyó por sobre el leve zumbido que salía del pecho de la robot que descansaba sobre la mesa.
-Nada es irreparable, Jon, o de otro modo ninguno de nosotros estaría aquí. Aunque sin el inventor será difícil…-Aunque habían tenido que aprender a arreglárselas sin el ingeniero que los había creado, le había llevado mucho tiempo, y no compartían las mismas habilidades. Rabbit tenía una cierta facilidad para repararse a si mismo y a sus hermanos, y The Spine podía identificar y solucionar problemas mas o menos simples, pero The Jon casi carecía por completo de estas aptitudes.
Rabbit tomó de inmediato un destornillador y se dispuso a analizar el maltrecho brazo de la autómata, pero The Spine lo detuvo.
-Rabbit... ¿Y si es peligrosa?- En su voz había duda y, curiosamente, nada de sarcasmo.
-¿The Spine, realmente crees que podría ser mas fuerte que tú? ¿Eres una maquina de guerra o no?- Al ser el mas antiguo de los tres, Rabbit conocía cada detalle de las vidas de sus hermanos, pero en ocasiones podía resultar algo mas mordaz de lo que esperaba, como ahora. Se arrepintió de inmediato, pero su orgullo le impidió disculparse. Dirigió el haz de luz de la potente lámpara hacia el brazo de la criatura y se inclinó sobre ella.

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