Los días solían sucederse tranquilamente en la Mansión Walter. La
luz y la oscuridad avanzaban lentamente y sin problemas, y ninguna preocupación
los agobiaba. El inventor y su familia se habían ido hacía mucho, pero The
Spine, Rabbit y The Jon eran felices en esa casa. Pasaban sus días leyendo,
escribiendo, interpretando las viejas canciones para las que habían sido
programados. Aunque en ocasiones los recuerdos los abrumaban, la soledad era
muy tolerable, y estando los tres juntos, era difícil aburrirse. The Jon
siempre animaba su entorno, Rabbit se pasaba los días cantando y, pese a su
estoicismo, The Spine disfrutaba haciendo chistes y haciendo reír a sus
hermanos.
Pero una de las cosas que más los entretenía
era la chatarra. Encontrar basura metálica en las cercanías de la casa no era
difícil, y hay pocas cosas que alegren tanto un corazón mecánico como adivinar
el pasado de un manojo de óxido o la utilidad de un engranaje carcomido.
Así fue que encontraron a Diesel.
Como muchas tardes después de una descarga
–pues el sistema de limpieza de la gran y tumultuosa ciudad era bastante
ineficiente- el terreno alrededor de la vieja casona se encontraba rodeado de
piezas metálicas inútiles y montones de chucherías oxidadas. A Rabbit le
encantaba construir esculturas con chatarra, así que al ver la gran caja de
madera rebosante de resortes, cables y engranajes, su expresión fue casi
extática.
-¡Oh! ¡Miren eso! ¡Es tan…! ¡Tanta chatarra!-
casi no podía hablar a causa de la emoción.- ¡The Spine, por favor, ayúdame a
cargarlo a casa…!-imploró.
The Jon corrió alegremente junto a sus hermanos
mientras estos cargaban la caja (mas bien, mientras The Spine cargaba la caja)
sin ningún esfuerzo, y, finalmente, cruzaron la no-puerta del caserón (el
inventor Peter A. Walter no creía en las puertas). Al depositar la gran caja
sobre la mesa de trabajo del mas cercano de los talleres, una sacudida de
emoción recorrió a Rabbit, impaciente por empezar su inspección, así que tan
pronto como su bruñido hermano se apartó, anuló con dos zancadas la distancia
que lo separaba de su objetivo, y comenzó a hurgar.
-Vaya, que hermoso elemento… Me pregunto para
que sirve. ¡Oh! ¡Esto sí que es fascinante!-
The Jon no tardó en unirse al juego, y, poco
después, aunque a cierta distancia, The Spine lo hizo también. A cada cosa que
encontraban le descubrían de inmediato
una utilidad, y su inspección se prolongó por varios minutos.
Entonces The Jon vio algo brillante y estiró la
mano para tocarlo, y el objeto respondió con un leve pero claro movimiento.
Gritó.
-¡Diablos! ¿Qué es eso?- The Spine también había
notado el movimiento, y aunque no lo hubiera visto, The Jon estaba escondido
detrás de él temblando como una hoja.
La caja de madera tembló y con un largo
crujido, sus junturas reventaron y se abrieron cuando un cuerpo humanoide se
extendió cuan largo era sobre la superficie de la mesa, lanzando chatarra en
todas direcciones. Era una especie de robot cuya apariencia había sido
trabajada para parecer una mujer. “Una mujer particularmente bonita”, pensaría
The Spine mas adelante.
The Jon asomó por detrás de su hermano. -¿Está
muerta?- preguntó preocupado.
-No se preocupen… Para algo somos
engeneer-eteers. The Spine, ven aquí, ayúdame a cargarla...-Rabbit reaccionó
mas rápidamente que los otros y tomó de inmediato las riendas de la situación.
The Spine obedeció al instante y entre los dos trasladaron cuidadosamente a la
extraña máquina a la otra mesa, mejor iluminada, que había en la habitación.
The Jon se había recuperado de la impresión bastante rápido, y su curiosidad
pudo más que el miedo.
-Me pregunto como terminó en esa caja… ¿Y si la
dieron por irreparable y por eso la tiraron?- Su infantil voz se oyó por sobre
el leve zumbido que salía del pecho de la robot que descansaba sobre la mesa.
-Nada es irreparable, Jon, o de otro modo
ninguno de nosotros estaría aquí. Aunque sin el inventor será difícil…-Aunque
habían tenido que aprender a arreglárselas sin el ingeniero que los había
creado, le había llevado mucho tiempo, y no compartían las mismas habilidades.
Rabbit tenía una cierta facilidad para repararse a si mismo y a sus hermanos, y
The Spine podía identificar y solucionar problemas mas o menos simples, pero
The Jon casi carecía por completo de estas aptitudes.
Rabbit tomó de inmediato un destornillador y se
dispuso a analizar el maltrecho brazo de la autómata, pero The Spine lo detuvo.
-Rabbit... ¿Y si es peligrosa?- En su voz había
duda y, curiosamente, nada de sarcasmo.
-¿The Spine, realmente crees que podría ser mas
fuerte que tú? ¿Eres una maquina de guerra o no?- Al ser el mas antiguo de los
tres, Rabbit conocía cada detalle de las vidas de sus hermanos, pero en
ocasiones podía resultar algo mas mordaz de lo que esperaba, como ahora. Se
arrepintió de inmediato, pero su orgullo le impidió disculparse. Dirigió el haz
de luz de la potente lámpara hacia el brazo de la criatura y se inclinó sobre
ella.
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